PROYECTO GEOMADRID (PGM)
Miguel de las Doblas Lavigne. Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), Facultad de Medicina, c/ del Doctor Severo Ochoa 7, Universidad Complutense de Madrid, Ciudad Universitaria, 28040 Madrid, España, doblas@mncn.csic.es
En este Proyecto proponemos una serie de “itinerarios geológicos
urbanos” con el objetivo de observar “rocas “naturales” utilizadas como
materiales de construcción en esta ciudad: edificios, monumentos, andenes de ferrocarriles,
cementerios, iglesias, pavimentos, paredes de tiendas, tapias, encimeras de comercios, etc.
Introducción
Tradicionalmente, los estudios geológicos de campo se basan en el análisis de las rocas, minerales o estructuras en los afloramientos “naturales in situ” (montañas, caminos, barrancos, acantilados, etc.). Parece algo irónico, que la gran mayoría de los geólogos dejen de considerar estas rocas que observan en el campo como “verdaderos afloramientos”, una vez que han sido desplazadas de sus lugares originales en el campo, para ser utilizadas como materiales de construcción en las ciudades (cortadas, pulidas y cementadas). Un geólogo “clásico”, podría considerar la utilización de semejantes recursos geológicos “ciudadanos”, como heterodoxa. Sin embargo, las muestras geológicas que se exponen “libremente” en las ciudades son abundantes y variadas. Así, algunos geólogos extranjeros y nacionales ya han aprovechado estos recursos desde un punto de vista pedagógico (Horne, 1995: Humberside Geologist, nº 11; Horne, 2009: http://www.hull.ac.uk; Lyman, 2009: http://www.freeradicalsmag.com; http://icmgp.blogspot.com/2011/07/paleontologia-urbana-en-barcelona-i.html; https://ebuah.uah.es/dspace/handle/10017/10754). Algunas de las ideas que presentamos en el presente proyecto están basadas en estos autores. La mentalidad anglosajona no tiene en cuenta muchos “prejuicios sociales” si ve la posibilidad de poner en práctica ideas con implicaciones interesantes desde el punto de vista pedagógico y/o científico: este es el caso de “The Geology of Fear” (Lyman, 2009) que estudia las características de las rocas que se utilizan en las tumbas de los antiguos cementerios de Nueva Inglaterra. La autora afirma que el “temor” que infunden muchas de las lápidas deterioradas por la erosión que allí se encuentran, “may have more to do with stones than bones”
Son muchas las ventajas que se
pueden vislumbrar utilizando estos recursos naturales “humanizados” en nuestras
urbes, lo cual no desmiente que la geología de campo clásica siga siendo el
auténtico pilar insustituible para los especialistas en geología: 1) Estos
afloramientos “ciudadanos”, que abarcan un amplio espectro de rocas, optimizan
de manera espectacular el tiempo y dinero que se necesitan para analizar en el
campo muestras similares; 2) Es una manera ideal de introducir al estudiante en
el complejo mundo de la observaciones geológicas; 3) Se requiere poca
organización e infraestructura para estos “itinerarios geológicos urbanos”, los
cuales entrañan menos riesgos físicos para los “naturalistas aficionados”; 4) No es necesario ningún equipamiento especial
para hacer estas “salidas de campo urbanas”, a diferencia de las clásicas
“rurales”: pesadas mochilas cargadas con martillo, cincel, lupa, binoculares, GPS,
bolsas para muestras, brújula, rotuladores, cuadernos, cajas de colores, mapas
geológicos, fotos aéreas, etc.; 5) Las rocas que se utilizan como materiales de
construcción en las ciudades, suelen ser mucho más espectaculares (cortadas y
pulidas), que las que podemos observar
“in situ” en la naturaleza, además de ser mucho más variadas e incluso a
veces exóticas,
Estas “muestras geológicas ciudadanas”
se pueden utilizar desde un punto de vista didáctico para estudiar y enseñar
los diferentes conceptos de la geología, de un modo muy similar al de las
campañas de campo “reales” en la naturaleza. Este nuevo recurso didáctico sería
beneficioso para la enseñanza de la geología en colegios, institutos o
facultades técnicas. A diferencia de las salidas de campo convencionales que
suelen ser monotemáticas (centradas en un tipo específico de afloramiento rocoso),
en las “excursiones urbanas” se puede encontrar un amplio espectro de rocas
“convenientemente expuestas”: ígneas (con variadas composiciones y texturas);
sedimentarias (detríticas, calcáreas, fosilíferas, etc.); metamórficas de
diferentes grados (mármoles, pizarras, esquistos, gneisses, migmatitas, etc,); volcánicas;
etc. En ellas se pueden efectuar múltiples observaciones de todo tipo de
estructuras y texturas geológicas estudiadas por muchas de las especialidades de
esta ciencia: tectónica (pliegues, fallas, zonas de cizalla, brechas, etc.);
sedimentación (laminaciones, estratificaciones cruzadas, etc.); petrología ígnea
(cristalización, xenolitos, diques, bordes enfriados, etc.); metamorfismo
(esquistosidades, minerales “marcadores” del grado metamórfico, aureolas de
reacción, etc.); etc.
Además, y utilizando un pensamiento
“alternativo”, también podemos aprovechar los “afloramientos urbanos” para
observar “falsas rocas” artificiales similares a muchas de las “naturales” que
se encuentran en el campo, y que a menudo pueden confundirse. Esto sucedió con
los “famosos meteoritos de Getafe”, que resultaron ser escorias de fundición
lanzados a la autovía por “chiquillos” de barrios marginales (Garcia-Guinea,
et al. 2005: Geogaceta, 37, 159-162). También podemos aplicar los interesantes conceptos de los
“mimetolitos” (Dietrich, 2009: http://www.cst.edu/..../mimetoliths/): se trata de formas que se generan en ciertas rocas o minerales
por procesos naturales, y que guardan cierta similitud con figuras humanas,
animales, plantas o paisajes, y que constituyen indudablemente un tipo de “arte
rocoso”.
El PGM conlleva asimismo otras interesantes implicaciones. Se podrían
utilizar algunas de las rocas “ciudadanas” para analizar algunos aspectos
históricos de Madrid: ¿Cuando y porqué se utilizaron ciertos tipos de rocas en
las construcciones? El tipo de roca ornamental usada puede ser un buen
indicador del “status” económico de la ciudad en una época determinada. Es
obvio que el empleo de rocas específicas, según los momentos concretos de la
historia, se relaciona con los criterios sociales y estéticos/arquitectónicos al
uso. Es muy interesante, asimismo, analizar las huellas dejadas por las guerras,
conflictos sociales o catástrofes naturales en nuestros monumentos (e.g., los
impactos de balas en los bloques graníticos de la Puerta de Alcalá), pudiendo
incluso deducirse parámetros típicos de las “investigaciones policiales”
(dirección y distancia de vuelo de los proyectiles). Uno de los temas más interesantes
está relacionado con aspectos medioambientales tales como el cambio climático o
la polución (e.g., lluvia ácida), y como estos factores afectan a las rocas
“ciudadanas” que adornan nuestras fachadas o monumentos, aunque este tema está
ya parcialmente estudiado. De este modo, se podría evaluar el grado de erosión
de ciertos edificios comparando su estado actual, con fotografías o grabados
antiguos de diferentes épocas. Finalmente, el PGM podría incidir en aspectos relacionados con la mejor
conservación de ciertos puntos “geoestratégicos” especialmente interesantes detectados
en los estudios realizados, mediante hipotéticas financiaciones municipales
para sanearlos, protegerlos y evitar así su deterioro.
Obviamente, el PGM tendría interés desde el punto de vista del turismo ya que
añadiría un nuevo aspecto cultural para
los visitantes de la ciudad.
Desde un punto de vista práctico, se
pretende realizar una exhaustiva campaña “de campo ciudadana” para detectar los
puntos geológicos interesantes, realizando fotos y anotaciones de cada uno de
ellos y localizándolos con precisión (calles numeradas y coordenadas GPS). De
este modo, y en un plazo prudencial, podríamos tener una densa red de “puntos
ciudadanos geoestratégicos” (PCG) localizados en un mapa de la ciudad (calculamos
cerca de mil). Con ello se podrían elaborar diferentes tipos de “itinerarios
geológicos”: por distritos de la ciudad; por rocas temáticas (e.g., itinerario
ígneo); a lo largo de la red del Metro (con comodidad para organizar paradas en
un orden perfectamente programado); etc. Asimismo, y para los estudiantes más
jóvenes de los colegios, se podrían preparar unos PCG que impliquen juegos
creativos (ej., ¡busca el xenolito más grande!; ¿donde están los fósiles?). Idealmente,
todos estos puntos PCG de la red perteneciente al PGM se incorporarían con todos los datos asociados (fotografías,
comentarios, etc.) en una base de datos informatizada, con el objetivo de
generar CD’s, trípticos y/o guías en papel,
para su reparto en ayuntamientos, centros de enseñanza, puntos de información
turísticos, etc. Asimismo, se deberían editar en los idiomas más frecuentes de
los visitantes. Técnicamente sería posible (y deseable) incorporar los PCG en
algún tipo de GPS de los que utilizan habitualmente los conductores (o los
viandantes), para guiar “automáticamente” a los visitantes interesados por los
diferentes “itinerarios geológicos urbanos”. Finalmente, sería muy interesante
señalizar los PCG mediante pequeñas placas metálicas numeradas (ej., PCG 21).
Algunos ejemplos de PCG entre Nuevos Ministerios y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN)
A) Xenolitos máficos o gabarros en rocas graníticas
1-Gabarro incluido en un granito s.l. Este xenolito muestra una depresión topográfica producida por erosión diferencial con respecto al granito de caja más resistente. Baldosa en la acera delante del MNCN.
B)
Rocas plutónicas (granitoides)
5-Granodiorita con fenómenos de diferenciación magmática por “stoping” de minerales máficos que se concentran a lo largo de una banda alabeada más oscura. Pared del edificio en la esquina de Vitruvio con la Castellana.
6-Adamellita isotrópica de grano fino y tonalidades
oscuras. Pared de un local entre Nuevos Ministerios y el MNCN.
9-Falsa “textura isotrópica de granito máfico”, en una
baldosa artificial del suelo de la estación de Nuevos Ministerios.
10-Falsa “textura isotrópica de granito máfico”, en una encimera plástica de un local entre Nuevos Ministerios y el MNCN.
C)
Mármoles (rocas metamórficas) y calizas (rocas sedimentarias)
11-Mármol no deformado, con un bandeado composicional
claro/oscuro que representa la estratificación original. Pared de un local
entre Nuevos Ministerios y el MNCN.
12-Mármol deformado y brechificado por esfuerzos tectónicos compresivos. Pared de un local entre Nuevos Ministerios y el MNCN.
13-Caliza bioclástica con una marcada estratificación y porosidad paralela a la misma. Pared de un local entre Nuevos Ministerios y el MNCN.
14-Caliza de grano fino, bien cementada, sin
estratificación aparente, conteniendo restos fósiles marinos. Pared de un local
entre Nuevos Ministerios y el MNCN.
D)
Rocas metamórficas de alto grado: migmatitas
17-Dos pequeñas fallas dúctiles de movimiento
sinestral, desplazando y deformando lateralmente el bandeado de flujo de una
migmatita. Baldosa del suelo de la estación de Nuevos Ministerios.
18-Pliegues “disarmónicos y similares”, afectando al bandeado de flujo de una migmatita. Baldosa del suelo de la estación de Nuevos Ministerios.
19-Zona de cizalla dúctil sinestral, desplazando y deformando lateralmente el bandeado de flujo de una migmatita. Baldosa del suelo de la estación de Nuevos Ministerios.
E) Adoquines y baldosas antrópicas
20-Contraste de colores y grados de erosión entre dos tipos diferentes de rocas plutónicas utilizadas para adoquines: diabasas máficas más resistentes (izquierda) y microdioritas félsicas menos resistentes (derecha). Calle José Gutiérrez Abascal, en frente del MNCN.
21-Símil de la fotografía anterior, donde contrastan
las tonalidades, colores, tamaños y orientaciones de dos grupos diferentes de baldosas
artificiales. Acera entre Nuevos Ministerios y el MNCN.
F)
Pizarras
22-Pared construida con bloques de pizarras negras de
grosor irregular y con diferente grado de alteración química por procesos erosivos
exógenos (negros cuando están frescos y
naranjas cuando están oxidados). Pared de una zona ajardinada con chalet en el
barrio de El Viso.
G)
Mimetolitos
23-Mimetolito que simula un “rostro humano deformado a
través de un scanner”, que corresponde a una “bolsada” de diferenciación
magmática de minerales félsicos (por un proceso de “stoping”), en el interior
de una diorita máfica isotrópica.
Baldosa del suelo de la estación de Nuevos Ministerios.
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