EFECTOS DEL CONFINAMIENTO MUNDIAL SOBRE EL SISTEMA GLOBAL TIERRA

 

Dr. Miguel de las Doblas Lavigne 

Científico Titular del CSIC, Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), Facultad de Medicina (Edificio Entrepabellones 7 y 8), c/ del Doctor Severo Ochoa 7, Universidad Complutense de Madrid, Ciudad Universitaria, 28040 Madrid, España, Email: doblas@mncn.csic.es,  
Madrid, 19-09-2020


INTRODUCCIÓN

En este trabajo, analizamos las alteraciones que han experimentado los cuatro elementos básicos del Sistema Global Tierra, como consecuencia de los seis meses de confinamiento de la especie humana por la pandemia del Covid 19: la Biosfera, la Atmósfera, la Hidrosfera y la Geosfera (ref.1; fig. 1). Estas modificaciones tienen sus partes positivas y negativas para la "salud" Global del Planeta: la Biosfera y la Atmósfera se están recuperando ante la paralización de las actividades antrópicas, mientras que la Hidrosfera está siendo cada vez más contaminada; en cuanto a la Geosfera, está reaccionando de una manera inesperada cuyas consecuencias son difíciles de predecir.

 La catástrofe que constituye esta pandemia para la humanidad, no deja de representar un "valioso experimento inesperado" que demuestra la innegable influencia que tienen las actividades antrópicas en el conjunto del Planeta y puede ser indicativo de lo que pasaría si nuestra especie llegara a extinguirse en un futuro. No existe ninguna otra especie animal o vegetal que tenga esta capacidad de alterar las constantes vitales de la Tierra en tan poco tiempo.

La hipótesis Gaia es muy reveladora para entender lo que está sucediendo actualmente en el Sistema Global Tierra. Este modelo sugiere que la presencia de la vida en la Tierra fomenta unas condiciones adecuadas para el mantenimiento de la biosfera (ref.2).​ Según esta teoría, la atmósfera y la parte superficial de la geosfera se comportan como un sistema donde la vida se encarga de autorregular sus condiciones esenciales (temperatura, composición química, salinidad, etc. ; ref.2). Gaia es básicamente un sistema autorregulado que tiende al equilibrio.

También es interesante mencionar el “efecto mariposa” (ref.3) para llegar a entender porque el confinamiento tan breve de una sola especie (que representa sólo el 0.01 % de la vida terrestre), ha podido tener efectos tan notables en los cuatro elementos del Sistema Global Tierra. El efecto mariposa es un concepto que surge de la teoría matemática del caos y sugiere que si se parte de dos mundos casi idénticos, pero en uno de ellos hay una mariposa aleteando y en el otro no, los dos acabarán siendo muy diferentes a largo plazo: en uno se produce un tornado en las antípodas y en el otro no sucede nada; ref.3).

    

Figura 1 (ref.1a)

GEOSFERA

El confinamiento global de miles de millones de seres humanos durante la pandemia ha producido un efecto sorprendente en la sismicidad de la Geosfera. Se ha demostrado que esta reducción masiva de la actividad humana, en todos los ámbitos y a escala planetaria (tráfico marítimo, aéreo y terrestre; actividades urbanas; grandes obras de infraestructuras; actividades extractivas a gran escala; desplazamiento de miles de millones de personas; etc.), ha supuesto una disminución de la microsismicidad “de fondo”, sólo detectable con aparatos de precisión (ref.4-Fig.2). Aunque este dato podría parecer positivo, supone un riesgo descrito por los sismólogos: esta microsismicidad permanente permite descargar lentamente, y de manera segura, las tensiones acumuladas en la corteza por el movimiento de las placas tectónicas y por ello aumenta el riesgo de que se desencadenen megaterremotos a lo largo de importantes fallas activas que se han sobrecargado gradualmente. 

 

Figura 2 (ref.4b) 

Es bien sabido que las actividades del ser humano tienen un efecto directo sobre el desencadenamiento de seísmos en ciertas zonas neotectónicas activas (fracking, inyección de hidrocarburos, grandes minas o canteras, embalses, etc): a esta relación de causa-efecto se la denomina sismicidad inducida o anticipada (ref.5; fig. 3). A gran escala, el Cambio Climático inducido por las actividades humanas ha producido un Calentamiento Global (ref.6) que derrite notablemente las masas de hielo, generando sismicidad en las zonas de costa inundables y en las regiones circumpolares continentales descargadas de su peso.



Figura 3 (M. Doblas, inédito)

BIOSFERA E HIDROSFERA

El confinamiento global de la humanidad ha traído beneficios innegables para el resto de la Biosfera que se está recuperando lentamente.  La fauna y la flora están volviendo a reconquistar los espacios que le habían sido arrebatados por la expansión humana sobre la Tierra (ref.7).

Sin embargo, ocurre justo lo contrario con la Hidrosfera: el confinamiento global ha provocado un notable aumento del consumo de agua (medidas de limpieza personales y urbanas; confinamiento domiciliario) y un aumento drástico de la utilización y desecho de todo tipo de materiales plásticos (sanitarios, supermercados) que acabarán finalmente en los ríos y océanos, agravando su contaminación (ref.8).


ATMÓSFERA

Uno de los efectos esperables del confinamiento global de la especie humana es la drástica disminución de la contaminación Atmósférica al haberse paralizado la mayoría de los factores causantes de la misma: vuelos comerciales, tráfico terrestre y marítimo,  actividades industriales, etc. (ref.9; fig. 4). Globalmente, la atmósfera se está recuperando al disminuir la cantidad de partículas y gases contaminantes. 


Figura 4 (disminución de la contaminación atmosférica:A-Europa, ref.9d; B-China, ref.9c)

En los seis meses que llevamos confinados, las estaciones (primavera, verano y comienzo del otoño) han recuperado sus características “naturales” que prevalecían antiguamente: primavera florida con temperaturas moderadas; altas temperaturas veraniegas de mediados de julio a agosto; temperaturas más bajas y lluvias desde mediados de agosto hasta hoy en día. Estos contrastes estacionales se habían perdido en los últimos años por culpa del calentamiento global, con terribles sequías y prolongados meses de calor infernal.

La circulación de la Atmósfera terrestre es muy compleja, depende de muchos factores y se basa en la actividad de tres grandes células de circulación/convección en cada hemisferio (Hadley, Ferrel y Polar; ref.10; fig. 5). Estas celdas generan en la atmósfera un patrón de circulación zonal caracterizado por una alternancia meridional de regiones con altas y bajas presiones. En los trópicos, se produce un ascenso de las masas de aire e intensas precipitaciones y el aire seco se mueve en altura hacia latitudes más altas, originando las Celdas de Hadley. La fuerza de Coriolis desvía el flujo en altura, dando lugar a los vientos Oestes y a la corriente en chorro Subtropical o jetstream (con fuertes vientos hacia el este en su borde norte). Cuando la celda desciende, alrededor de los 30°, el aire está muy seco y la atmósfera estable. La  circulación atmosférica meridional corresponde a la celda de Ferrel que transporta calor hacia altas latitudes por diferentes perturbaciones, generando una zona de mezcla con vientos dominantes hacia el este.


Figura 5 (circulación atmosférica  de la Tierra; ref.10d) 

A continuación vamos a analizar dos cambios notables que se han detectado en el comportamiento de las mayores perturbaciones de la Atmósfera en el Atlántico Norte: los huracanes.

Desde hace 15 años, se ha observado una modificación en la trayectoria, dirección, número y fuerza de los huracanes que azotan el Atlántico Norte. (ref.11). Clásicamente, era muy raro que estas megaperturbaciones se acercaran al continente europeo. En los últimos años, dicha anomalía parece haberse reforzado y algunos científicos sugieren que estas nuevas rutas pueden deberse al cambio climático y al calentamiento global (aumento de las temperaturas del océano). La típica trayectoria de los huracanes forma una parábola (fig. 6): un ciclón tropical comienza a gestarse en las cercanías de Cabo Verde y va desplazándose/reforzándose hacia el oeste en dirección al Caribe; después, inicia la denominada "recurva" y cambia progresivamente de dirección hacia el noroeste, norte y/o noreste, debilitándose a medida que asciende de latitud y se va alejando del trópico.



Figura 6 (ref.11b) 

En septiembre del 2020, y por segunda vez en la historia, se están formando simultáneamente cinco ciclones tropicales en el océano Atlántico: (fig. 7; la última vez que sucedió fue hace 50 años; ref.12). Esta nueva temporada de huracanes es la más activa de las registradas, ya que tradicionalmente las épocas de huracanes constan de no más de tres "grandes" y este año ya se contabilizan 20 tormentas desde junio (las mayores perturbaciones suelen producirse entre septiembre y octubre): de hecho, se están acabando los nombres de la lista oficial que se utiliza para estas formaciones (ref.12). No existe explicación científica para esta anomalía y lo único que se argumenta es que en la formación de los huracanes influyen varios factores complejos: el calentamiento del agua, las zonas de baja presión en aguas cálidas, la dirección de los vientos, la absorción de vientos cálidos y fríos y la influencia de la corriente Pacífica “La Niña”.

 


Figura 7 (cinco ciclones/huracanes activos hoy en día en el Atlántico; ref.11a)


HIPÓTESIS ESPECULATIVAS SOBRE MEGAHURACANES Y MEGASEÍSMOS

En este trabajo, proponemos como hipótesis especulativa (sin fundamento científico de momento), que la drástica reducción de los vuelos comerciales a nivel mundial tiene que tener efectos innegables sobre el modo en que se comportan las células de convección atmosféricas a escala global. La ciencia sólo reconoce el efecto de los vuelos comerciales en relación con las enormes cantidades de CO2 que emiten a la atmósfera. Ante todo, debemos tener en cuenta las astronómicas cifras que representan estos vuelos (ref.13): 30 millones al año, más de 200.000 al día y unos 500.00 trasatlánticos anuales (se trata de la zona con más vuelos transoceánicos del mundo). Como consecuencia de la pandemia del Covid 19, se han reducido drásticamente el número de vuelos comerciales en más de un 80% (ref.14; fig. 8).


Figura 8 (drástica reducción de vuelos comerciales por la pandemia; ref.14b y a)

 El razonamiento lógico más básico sugiere que estos millones de vuelos (lineales o curvilíneos) que abarcan todas las directrices geográficas existentes, tienen que interferir de alguna manera con la circulación atmosférica normal basada en complejas células de convección subelípticas y grandes vórtices giratorios subverticales que se desplazan lentamente a lo largo del globo definiendo zonas de altas (anticiclones) y bajas presiones (borrascas, danas, ciclogénesis explosivas, ciclones, tornados, tifones, huracanes; ref.13 &15; Fig. 9).


Figura 9 (A-vuelos comerciales anuales, ref.13c; B-células atmosféricas de baja y alta presión, ref15)
 

Concretamente, nos fijaremos en los vuelos trasatlánticos (prácticamente paralizados actualmente) y sus peculiares características: más del 80% de los mismos siguen una trayectoria fija entre Norteamérica y Europa, coincidiendo claramente con la dirección y altura  de la corriente en chorro o jet stream subtropical (sub-EO y en el techo de la troposfera a 10.000 metros ; ref.16; Fig. 10). El jet stream representa una auténtica autopista de fuertes vientos dirigidos hacia el este (> 400 kilómetros por hora; ref.16). Esta corriente en chorro siempre ha sido una aliada natural para los vuelos comerciales hacia el este, ya que permite ahorrar tiempo y combustible. Sin embargo, una investigación reciente sugiere que esta corriente podría generar serios problemas en los vuelos de las próximas décadas, ya que se ha detectado en ella un  cambio anómalo en la velocidad de sus vientos con la altura (cizalladura vertical), un escenario que podría deberse al calentamiento global (ref.17). Si nos fijamos en la trayectoria usual de los huracanes (parábola o recurva), observamos que la directriz-espacial que emprenden estas perturbaciones hacia el NE (después de azotar el Caribe y  Norteamérica), coincide “grosso modo” con las “autopistas” sub-EO del jet stream y de los vuelos comerciales trasatlánticos (figs. 6 & 10). Nuestra hipótesis de trabajo especulativa sugiere que al haberse suspendido la gran mayoría de los vuelos comerciales trasatlánticos, esta “autopista” en la parte superior de la troposfera ha podido quedar “descongestionada” y el flujo natural del jet stream se puede haber reactivado con más fluidez en sus fuertes vientos hacia el este. Parece lógico pensar, y es la hipótesis que sugerimos aquí, que este posible cambio en el jet stream haya tenido sus consecuencias en los sectores occidental y meridional de la parábola o recurva de los huracanes, induciendo una mayor fluidez y generación de vórtices potencialmente peligrosos. Esto explicaría la anómala generación de ciclones/huracanes que se observa últimamente en esta zona subtropical.


Figura 10 (A-vuelos trasatlánticos entre Europa y Norteamérica, ref.13c; B-jetstream, ref.16b) 

Hace pocos años, publicamos otra teoría especulativa que asociaba el impacto de dos potentes huracanes contra las islas caribeñas septentrionales, con dos megaseísmos destructivos en el sector occidental de la Placa Caribe (septiembre de 2017; huracanes Irma y María; terremotos de Chiapas, M 8.1 y de Méjico, M 7.1; ref.18; Fig.11). Sugerimos que estos dos potentes megavórtices atmosféricos desestabilizaron el sector NE de esta megaestructura tectónica cortical que sirve de conexión o “rodilla” entre las Placas Norteamericana y Sudamericana, la cual reaccionó desestabilizando su sector NO altamente sísmico mediante dos poderosos megaterremotos.  


Figura 11 (relaciones de causa-efecto entre los huracanes Irma y María y los terremotos de Chiapas y Méjico; ref.18c) 

Si tenemos en cuenta nuestras dos hipótesis especulativas en relación a los huracanes y los seísmos y encadenando las ideas, tendríamos las siguientes relaciones de “causa-efecto" de eventos naturales potencialmente catastróficos:  disminución drástica de los vuelos comerciales trasatlánticos-----descongestionamiento de la “autopista” troposférica del jet stream------reactivación del flujo atmosférico natural en el sector meridional de la recurva/parábola de los huracanes----incremento notable de estas megaperturbaciones atmosféricas------- aumento  del riesgo sísmico de potentes terremotos en los sectores O y NO de la Placa Caribe.

En relación con la hipótesis que sugerimos sobre el incremento global del riesgo sísmico, debemos añadir el innegable peligro que supone la disminución de la microsismicidad (antes mencionada). También debemos recordar que el notable incremento de las lluvias a nivel global supone otro riesgo adicional en relación a la sismicidad intraplaca: según la teoría de la Hidrosismicidad (ref.19), un notable aumento de las precipitaciones en zonas potencialmente sísmicas (que llevan años sometidas a sequías pertinaces), tiene como consecuencia una mayor “hidratación” de la parte más superficial de la corteza terrestre donde se puede reactivar la sismicidad de importantes fallas neotectónicas activas.  


CONCLUSIONES

              Para resumir todo lo expuesto en el presente trabajo, hemos elaborado una tabla donde se describen los diferentes efectos que, a nuestro juicio, ha tenido y tendrá el confinamiento mundial de la especie humana sobre el normal funcionamiento del Sistema Global Tierra.  

 



REFERENCIAS

ref.1
 ref.2
 ref.3
 ref.4
 ref.5
 ref.6
 ref.7
 ref.8
 ref.9
 ref.10
 ref.11
 ref.12
 ref.13
 ref.14
 ref.15
 ref.16
 ref.17
 ref.18
 ref.19

 


 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

WALKWORK-WW

SUZANNE LAVIGNE REGNIER ET LA SECONDE GUERRE MONDIALE

EL “POLVORÍN” DEL ANTIGUO DISTRITO MINERO DE LINARES-LA CAROLINA (JAÉN)